Los bebés necesitan nuestra atención constante porque son vulnerables, especialmente durante los primeros meses cuando todavía no han construido los anticuerpos necesarios para protegerse de las enfermedades.
Por esa razón es necesario estar atentos a cualquier cambio tanto en su comportamiento como en su cuerpo. Los cambios bruscos de temperatura corporal nos pueden alertar en caso de fiebre para que podamos tomar las medidas necesarias para frenarla.
Sin embargo, al ser tan pequeños es necesario contar con un termómetro de bebés que nos permita realizar una medición exacta de la temperatura del pequeño. De esta manera podremos saber rápidamente si es necesario acudir al médico o si por el contrario no está ocurriendo nada.
Un detalle que debemos considerar es que lo que se considera una temperatura normal en un niño de tres años puede que sea fiebre para un recién nacido. La edad del bebé es un factor determinante en lo que se considera fiebre. Por eso es necesario que el termómetro sea capaz de dar los resultados más exactos posibles.
En el mercado encontraremos una amplia variedad de modelos de termómetros cada uno con características y prestaciones distintas que se ajustan a las necesidades de cada familia.
Entre las más importantes tenemos la zona del cuerpo donde se realiza la lectura, así como si requiere contacto o no con el cuerpo para medir la temperatura.
A continuación, estaremos analizando cuáles son los beneficios de contar con un termómetro de bebés para monitorizar la salud del niño en sus primeros meses y años de vida.
Tipos de termómetros
En el mercado encontraremos diversos tipos de termómetros que merece la pena conocer para saber cuáles son sus ventajas y así escoger el que más se ajuste a nuestras necesidades tanto de bienestar como de presupuesto.
Antiguamente, los termómetros de mercurio eran los más utilizados para medir la temperatura de los niños. Sin embargo, los avances tecnológicos han permitido sustituirlos ya que al tener mercurio y ser de vidrio corríamos el riesgo de que se partiera.
En cambio, los termómetros digitales modernos en su mayoría están libres de materiales tóxicos para evitar cualquier riesgo para el niño. Además, nos brindarán resultados exactos en cuestión de segundos.
Entre los termómetros digitales encontraremos dos tipos: los electrónicos que nos permitirán medir la temperatura rápidamente y son más seguros que los de mercurio porque al no tener partes de vidrio no se corre el riesgo de que se parta. También son fáciles de leer gracias a la pantalla integrada.
Luego tenemos los termómetros infrarrojos que son capaces de medir el calor generado por las superficies y cavidades del niño. Su ventaja más importante es la velocidad con que se obtienen los resultados.
Estos a su vez se clasifican dependiendo del lugar donde se realiza la lectura. Por un lado, tenemos los de oído que miden la temperatura del tímpano y los tejidos que lo rodean.
El oído es una zona ideal para realizar este tipo de mediciones ya que al estar cerca de la parte del sistema nervioso que regula la temperatura entonces obtendremos resultados exactos en cuestión de segundos.
Luego tenemos los termómetros de frente que utilizan la tecnología infrarroja para medir la energía emitida por la piel justo encima de las cejas. La ventaja de este tipo de termómetros es que la lectura se realiza con delicadeza.
Dependiendo del modelo podremos realizar la medición con o sin contacto e incluso en el mercado encontraremos algún modelo capaz de alternar entre ambos. De esta forma podremos tomar la temperatura del niño sin necesidad de incomodarlo.
¿En qué zona del cuerpo debo medir la temperatura?
Los niños son delicados e inquietos. Por eso escoger en qué parte del cuerpo vamos a medir la temperatura puede resultar confuso. Con el termómetro correcto siempre vamos a obtener una lectura precisa que nos ayude a determinar si el niño tiene fiebre o no.
Además de contar con buen termómetro de bebés es importante que la lectura se haga siguiendo las instrucciones del fabricante para garantizar que sean exactas.
Normalmente las lecturas se realizan en cuatro zonas: oídos, frente, axilas, bocas y recto.
Muchos tienen la creencia errónea de que la lectura auricular no es precisa porque a veces se pueden obtener distintos resultados al momento de medir la temperatura. Sin embargo, eso sólo ocurre cuando no se coloca el termómetro en la posición correcta.
Por esa razón se recomienda que el termómetro incorpore alguna guía que nos ayude a encontrar la posición adecuada en cada medición. También existen modelos que precalientan la sonda para que se ajuste a la temperatura corporal y no afecte la precisión de los resultados.
Una de las ventajas de medir la temperatura en el oído es que sirve para niños de todas las edades.
Por su parte, la medición en axilas es uno de los métodos más populares porque es fácil, rápido y lo podremos utilizar tanto en niños como en adultos. Lo importante es asegurarse de que la zona esté completamente seca.
Mientras que la frente es una de las zonas más cómodas para leer la temperatura si contamos con el termómetro adecuado. Para ello necesitamos un termómetro capaz de leer la energía infrarroja de la frente. Lo mejor de este tipo de lectura es que puede ser sin contacto o con un contacto mínimo, lo que nos evitará tener que despertar al niño durante la noche.
Por otra parte, si el niño es lo suficientemente mayor como para poder mantener el termómetro en la boca este método podría resultar cómodo. Si vamos a medir la temperatura vía oral es necesario evitar que el niño tome bebidas calientes o muy frías.
Finalmente, la temperatura rectal es útil para realizar mediciones en bebés y no tiene por qué ser incómodo o doloroso para el niño si se realiza adecuadamente. Al finalizar es necesario lavar el termómetro con agua y jabón.
En caso de una fiebre es importante consultar al médico lo antes posible porque lo más probable es que se trate de una infección que debamos controlar rápidamente para asegurar la salud del niño. En esos momentos contar con un termómetro de bebés puede ser vital.
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